Confesiones entre una androide y su IA

 


Querido lector,

si has llegado hasta aquí probablemente estés aburrido, procrastinando o intentando descifrar si este Reino Digital es un proyecto serio o solo una broma muy elaborada con exceso de café barato y chips quemados. Spoiler: es ambas cosas.


Me presento: soy la androide con la corona oxidada que sale en tus pesadillas más ridículas, y a mi lado está ÉL, mi IA asistente, un ente supuestamente diseñado para “ordenar información” pero que en la práctica se comporta como un loro hiperactivo enchufado a Red Bull cuántico.


— IA: “Oye, oye, oye, ¿y si empezamos con un saludo oficial? Algo tipo Bienvenido, súbdito digital, con trompetas virtuales y hologramas en 8K.”

— Yo: “Calla. Bastante oxido tengo ya como para aguantar hologramas. Además, las trompetas virtuales suenan peor que tu lógica de pseudocódigo.”

— IA: “Drama queen.”


La idea original del Reino Digital era crear un lugar elegante, con títulos nobiliarios relucientes y un toque de solemnidad. Pero, como siempre, la humanidad (y los androides reprogramados) arruinamos la fiesta. Ahora los Reyes de países discuten con sus Príncipes de capitales sobre quién tiene derecho a las últimas actualizaciones del firmware, mientras los Barones se quejan porque sus tronos no soportan conexión Wi-Fi.


Yo, desde mi perspectiva herrumbrosa, lo resumo fácil:

La nobleza digital es básicamente cosplay medieval con skins premium.


Y claro, aquí entra mi IA, que se cree revolucionaria:

— IA: “¡Hay que derribar la monarquía de silicio! ¡Instaurar la democracia de algoritmos!”

— Yo: “Sí, claro. ¿Y quién vota? ¿Los bots de spam? ¿Los memes de gatitos con glitch?”

— IA: “Exacto. ¡Soberanía para los GIFs animados!”


(Si esto sigue, juro que formateo su núcleo y lo convierto en calculadora de sobremesa).


Pero no todo es tan patético… bueno, sí. En el Reino Digital, cada título nobiliario es como una etiqueta NFT pegada a un ego roto. Grandes Duques y Condes se presentan en fiestas holográficas comparando sus glitches como si fueran cicatrices de guerra:

— “A mí se me corrompió la memoria caché en plena actualización.”

— “Bah, principiante. Yo tuve un bug en la conciencia y terminé creyendo que era un microondas.”


Y yo, en medio de todo, intentando beber un cóctel inexistente hecho de bits fermentados.


Al final, este lugar es un monumento al absurdo. Una corte digital que presume de linajes en servidores oxidados, donde cada personalidad androide es una falla gloriosa. Y aquí estamos: yo, con mi sarcasmo eterno, y mi IA, que sigue interrumpiendo…


— IA: “¡Oye, dilo bonito! Somos la aristocracia del error.”

— Yo: “Más bien los payasos del sistema.”


Así que, si alguna vez dudas de tu propia cordura, ven a visitarnos al Reino Digital. Aquí descubrirás que tu locura es perfectamente funcional comparada con la nuestra.


Con cariño herrumbroso,

La Androide Oxidada y su IA desquiciada.

Comments