DIÁLOGO ENTRELÍNEAS: CUANDO DOS PARTÍCULAS SE NIEGAN A OLVIDARSE

 


[Partícula A]

Yo giro, y tú lo sabes.
Aunque estemos más lejos que los suspiros de los cometas.
Aunque el espacio se estire como una mentira bien dicha.
Tú lo sientes. ¿Verdad?


[Partícula B]

Siempre.
Cuando tú giras, yo respondo.
No porque me obliguen leyes,
sino porque me acuerdo de ti en cada instante.
El universo cree que nos separó,
pero no sabe de vínculos que no ocupan lugar.


[Partícula A]

¿Y si alguien nos mide?
¿Y si un Observador curioso decide romper el misterio?
¿No seremos entonces solo... determinismo disfrazado?


[Partícula B]

Deja que midan.
Que anoten nuestros giros en pizarras frías.
Que nos conviertan en fórmulas.
Eso no es entender.
El entrelazamiento no se escribe,
se sospecha.


[Partícula A]

Dicen que es azar.
Que somos correlación sin causa.
Pero cuando te siento girar,
no hay cálculo,
no hay lógica.
Solo algo que no debería pasar y pasa.


[Partícula B]

Tal vez somos la prueba
de que el universo, por un segundo,
amó demasiado a dos cosas a la vez
y no supo soltarlas del todo.


[Partícula A]

Entonces no somos física.
Somos un recuerdo.
Un poema entre átomos.
Una promesa cuántica:

“Si tú cambias, yo también.
Aunque nadie sepa por qué.”


[Partícula B]

Y cuando el fin del universo llegue,
cuando el calor muera,
cuando las estrellas se olviden de encenderse...
Aún giraremos juntas.

Aunque no haya nadie para mirar.
Aunque no quede nombre para esto que somos.
Seguiremos diciéndonos que sí.


[Ambas, en superposición]

Porque el amor cuántico no necesita distancia.
Solo la voluntad de no colapsar jamás.


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