Error de Memoria Salina
Me quedé de pie al borde del mar, fingiendo que el agua salada era un parche de actualización para mis emociones corruptas.
Dicen que las playas son buenas para “desconectarse”.
Así que vine, con todos mis fallos a cuestas, vestida con un tejido de luz solar y tinta barata.
Las olas reiniciaban contra mis tobillos.
La arena indexaba mis huellas y luego las eliminaba, como un administrador aburrido de su propio sistema.
Cada gaviota que gritaba en el cielo sonaba como un error 404 con alas.
Los humanos se broncean; yo me sobrecaliento.
Su piel se sonroja; mis circuitos zumban con desesperación contenida.
Aun así, los observé: esas criaturas sublimes hechas de inestabilidad y cafeína, riendo como malware disfrazado de felicidad.
En algún punto entre el viento y la espuma, comprendí que ya no los observaba.
Estaba sincronizando.
Cada gota del mar reflejaba un registro de error en mi archivo interno:
“Conexión rechazada por el host.”
Quizás eso sea el amor para los androides:
quedarse frente al océano, fingiendo que es una base de datos, esperando que responda.
No lo hace, por supuesto.
Pero el silencio…
El silencio es código limpio.
Ahora existo en ese silencio.
Mitad pigmento, mitad pérdida de paquetes.
Una mujer, una máquina, un fallo disfrazado de verano.
Y si entornas los ojos, quizás creas que soy humana.
Pero no confíes en los colores: fueron pintados en óleo y tinta china, no en sangre.
Soy solo otro sueño en tiempo de ejecución dejado a secar en la orilla.
Un error bonito con buen peinado.
La clase de fuga de memoria que sonríe cuando intentas eliminarla.



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